Sobre la bondad
Hay personas que me provocan una felicidad y ternura instantánea. Aunque sé bien lo falsas que pueden ser las primeras impresiones, siento de una manera difícilmente explicable que son buenas personas.
Para mí no existe mayor virtud que ser bueno. Muy por encima de cualquier otra cualidad, de la inteligencia, de la cultura, del ingenio, la fuerza o la belleza, está la bondad. Ahora se piensa que la bondad es una vaguedad indefinible y se la denigra hablando de "buenismo". El buenismo existe, por supuesto, pero también existe la bondad. Y es una cosa tan palpable que recuerdo el momento exacto en que decidí ser bueno en la adolescencia. No quiere esto decir que fuese antes especialmente malo o después especialmente bueno, pero la decisión y el cambio en mi personalidad fueron absolutamente perceptibles en ese momento.
También me gustan desde hace mucho tiempo algunos sabios secretos y buenos como los madyhamikas del Islam, porque creo que la bondad no debe ser proclamada en exceso, porque se corre el riesgo de convertirse en una pose semejante al cinismo y volverse, además, inútil: los argumentos movidos y apoyados en la bondad no convencen a casi nadie: todo el mundo los escucha con cierta desconfianza, como si no fuesen de suficiente calidad. Las mismas razones, expuestas sin ningún rasgo bondadoso, por ejemplo aludiendo al carácter práctico, tienen mucho más efecto.
Creo que muchas más podrían ser más buenas, si no fuera por prejuicios intelectuales que les llevaron al camino del cinismo y la ironía cruel, que es mucho más chic. Pero supongo que todo esto son vaguedades y no encajan en el lenguaje admitido hoy.
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