Pasajero en la playa de Troya
¿Qué mejor que este hermoso poema de Iván Tubau para una página llamada Pasajero
Na praia de Troia
Estou de passagem: amo o efémero.
Eugénio de Andrade '
"Quien diga que nunca pagó por tanta belleza, miente".
Marina Pino
Toda la arena de la playa es blanca.
Es blanco y no se acaba el mar azul.
Son blancas las montañas de la costa
y el horizonte donde muere el sol.
Es blanca la memoria de la nada,
blanco el amor como la muerte blanca,
blanco el instante en el que naces y mueres
en una playa portuguesa blanca.
Son blancos los océanos, la tarde,
el universo entero, el pensamiento
del pasajero efímero que ama
los otros mundos que hay en este mundo.
No es otra cosa Dios que arena blanca
y en cada grano están todos los dioses.
No hay mañana ni ayer, todo es la raya
blanca infinita del puro presente.
Esta playa es la piel de las mujeres
que habitan tu cerebro, las manzanas
del verano, el arroz, las aceitunas negras,
y el gusto de aquel queso blanco.
Todo es belleza blanca y te penetra
y ya eres tú belleza nada más,
un canto incandescente fecundado
por el gozo de ser óvulo y fin.
Todo es belleza blanca y no es posible
atisbar tal delicia impunemente.
Muriendo pagas por haber vivido
un instante, es decir la eternidad.
Na praia de Troia
Estou de passagem: amo o efémero.
Eugénio de Andrade '
"Quien diga que nunca pagó por tanta belleza, miente".
Marina Pino
Toda la arena de la playa es blanca.
Es blanco y no se acaba el mar azul.
Son blancas las montañas de la costa
y el horizonte donde muere el sol.
Es blanca la memoria de la nada,
blanco el amor como la muerte blanca,
blanco el instante en el que naces y mueres
en una playa portuguesa blanca.
Son blancos los océanos, la tarde,
el universo entero, el pensamiento
del pasajero efímero que ama
los otros mundos que hay en este mundo.
No es otra cosa Dios que arena blanca
y en cada grano están todos los dioses.
No hay mañana ni ayer, todo es la raya
blanca infinita del puro presente.
Esta playa es la piel de las mujeres
que habitan tu cerebro, las manzanas
del verano, el arroz, las aceitunas negras,
y el gusto de aquel queso blanco.
Todo es belleza blanca y te penetra
y ya eres tú belleza nada más,
un canto incandescente fecundado
por el gozo de ser óvulo y fin.
Todo es belleza blanca y no es posible
atisbar tal delicia impunemente.
Muriendo pagas por haber vivido
un instante, es decir la eternidad.
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