Colonia de Sacramento (Uruguay)
(Cuaderno de Uruguay)
Colonia es una pequeña ciudad al norte del Río de la plata. Se llega a ella en buquebús en sólo una hora desde Buenos Aires, así que no es exagerado decir que la ciudad más cercana a Buenos Aires no está en Argentina, sino en Uruguay.
Lo más asombroso de Colonia es la tranquilidad y la amabilidad de sus habitantes, a pesar de ser un destino turístico preferente y una ciudad patrimonio de la humanidad.
La amabilidad y educación de lo colonenses y de los uruguayos es legendaria, pero cierta. Martin Amis, que pasa los veranos (los inviernos europeos) en un pueblecito de Uruguay dice que no ha conocido pueblo más amable y civilizado que el uruguayo.
El otro día comí en un restaurante de Colonia cuyo dueño y cocinero era argentino y me dijo que se había establecido aquí diez años atrás porque “esto es único en el mundo. Vas en la bici y los coches, las motos y la gente se paran para dejarte pasar”.
Es cierto: no conozco ningún lugar en el que se pueda ir tan tranquilamete en bicicleta, sin temor a ningún incidente: en caso de duda siempre pararán los coches. He visto a tres chavales pedaleando por la carretera y ocupando todo el carril, pero los coches que iban detrás ni les pitaban ni les decían nada: ¡les adelantaban pasando por el otro carril para no molestarles!
En otra ocasión, un motorista llevaba a remolque por la carretera a dos bicis: los ciclistas se apoyaban cada uno en un hombro del motorista. Es frecuente ver a niños de no más de seis años pedaleando por la carretera y a muchas personas que van en moto y tomando mate al mismo tiempo (con termo incluido). Otro día vi a la madre, el padre y dos niños pequeños, todos en la misma moto.
Tan sólo a veces se ve un coche a más velocidad: es casi seguro que el conductor será argentino, basta mirar la matrícula para comprobarlo.
La de Colonia es una historia de luchas entre Portugal y España por el dominio de la ciudad. Fue fundada por el portugués Manuel de Lobo, que desde aquí se encargaba de controlar lo que sucedía al otro lado del Río de la Plata, es decir en los dominios españoles de Buenos Aires. Después los españoles se hicieron con la ciudad, pero todavía fue recuperada de nuevo por los portugueses y así varias veces. Todavía es posible distinguir en la parte antigua las calles de origen portugués de las de origen español: las portuguesas tienen desagüe central, mientras que las españolas laterales.
Calle con desague central portugués
calle con desagues laterales españoles
Además de ser una ciudad muy hermosa en su parte antigua y no estar nada mal en el resto, Colonia tiene unos alrededores que van desde bosques frondosos a playas tranquilas de arena fina en el Río de la Plata y una rambla costanera hermosísima en la que por la noche pueden verse las luces lejanas de Buenos Aires.
El Río de la Plata, confluencia del Uruguay y el Paraná, es el río más ancho del mundo y aunque hay un ligero oleaje, se trata de un río, no del mar y por tanto es agua dulce, de una caraterístico color marrón. La luz en lalejanía no es en este caso la de Buenos Aires, sino la del sol que se oculta.
Colonia es una pequeña ciudad al norte del Río de la plata. Se llega a ella en buquebús en sólo una hora desde Buenos Aires, así que no es exagerado decir que la ciudad más cercana a Buenos Aires no está en Argentina, sino en Uruguay.
Lo más asombroso de Colonia es la tranquilidad y la amabilidad de sus habitantes, a pesar de ser un destino turístico preferente y una ciudad patrimonio de la humanidad.
La amabilidad y educación de lo colonenses y de los uruguayos es legendaria, pero cierta. Martin Amis, que pasa los veranos (los inviernos europeos) en un pueblecito de Uruguay dice que no ha conocido pueblo más amable y civilizado que el uruguayo.
El otro día comí en un restaurante de Colonia cuyo dueño y cocinero era argentino y me dijo que se había establecido aquí diez años atrás porque “esto es único en el mundo. Vas en la bici y los coches, las motos y la gente se paran para dejarte pasar”.
Es cierto: no conozco ningún lugar en el que se pueda ir tan tranquilamete en bicicleta, sin temor a ningún incidente: en caso de duda siempre pararán los coches. He visto a tres chavales pedaleando por la carretera y ocupando todo el carril, pero los coches que iban detrás ni les pitaban ni les decían nada: ¡les adelantaban pasando por el otro carril para no molestarles!
En otra ocasión, un motorista llevaba a remolque por la carretera a dos bicis: los ciclistas se apoyaban cada uno en un hombro del motorista. Es frecuente ver a niños de no más de seis años pedaleando por la carretera y a muchas personas que van en moto y tomando mate al mismo tiempo (con termo incluido). Otro día vi a la madre, el padre y dos niños pequeños, todos en la misma moto.
Tan sólo a veces se ve un coche a más velocidad: es casi seguro que el conductor será argentino, basta mirar la matrícula para comprobarlo.
La de Colonia es una historia de luchas entre Portugal y España por el dominio de la ciudad. Fue fundada por el portugués Manuel de Lobo, que desde aquí se encargaba de controlar lo que sucedía al otro lado del Río de la Plata, es decir en los dominios españoles de Buenos Aires. Después los españoles se hicieron con la ciudad, pero todavía fue recuperada de nuevo por los portugueses y así varias veces. Todavía es posible distinguir en la parte antigua las calles de origen portugués de las de origen español: las portuguesas tienen desagüe central, mientras que las españolas laterales.
Calle con desague central portugués
calle con desagues laterales españoles
Además de ser una ciudad muy hermosa en su parte antigua y no estar nada mal en el resto, Colonia tiene unos alrededores que van desde bosques frondosos a playas tranquilas de arena fina en el Río de la Plata y una rambla costanera hermosísima en la que por la noche pueden verse las luces lejanas de Buenos Aires.
El Río de la Plata, confluencia del Uruguay y el Paraná, es el río más ancho del mundo y aunque hay un ligero oleaje, se trata de un río, no del mar y por tanto es agua dulce, de una caraterístico color marrón. La luz en lalejanía no es en este caso la de Buenos Aires, sino la del sol que se oculta.
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